martes, 12 de abril de 2011

La melodía

Después de aquel silencio incómodo, Erick preocupado me ofreció un chocolate caliente, e intrigado preguntó.
-¿Qué pone en el folio?-
- Hear this voice from deep inside It's the call of your heart Close your eyes and you will find The way out of the dark.-
 ( Escucha esta voz en el interior es la llamada de tu corazón, cierra los ojos y encontrarás la salida de la oscuridad)
- ¿Tiene algún significado para ti? -
- Son las mismas palabras que él me dice, en mi sueño, estoy rodeada de oscuridad y una voz dulce de hombre, me canta estas palabras,
 y cuando lo hace, es como si me tranquilizara, como si fuese una canción de cuna que adormeciese a los temores, pero por unos
 instantes él se marcha, y entonces es cuando empiezo a oír ruidos, como si algo me acechase, comienzo a correr pero algo muy pesado
 me invade el cuerpo y me frena, como si de culpabilidad se tratase y ahí, es cuando me despierto.-
- Bueno, ya es suficiente por hoy. - Dijo Brad con tono serio. - Vete a casa y descansa, Erick, acompaña a la damisela.-
- A sus órdenes jefe. - dijo con un tono enérgico mientras se ponía firme.
- Gracias Brad, pero no necesito un escolta, me mantengo en pie perfectamente.- Dije con aire de superioridad.
Brad clavó su mirada en mi, y dijo - Nadie te ha dado elegir, es una orden para él.- al terminar, se puso su
gabardina, cogió su sombrero y dio un tremendo portazo al salir de la comisaria.
- Qué borde está ¿no?-,
- Cariño, te dije que no estaba de buen humor, ahora que he visto el calendario, recuerdo porqué.-
- Y, ¿por qué está así? - Dije preocupada.
- Hoy es siete, ya han pasado más de 3 meses.- Dijo con la voz apagada y mirando al suelo.
- Oh, cierto, ya no recordaba la tragedia de la pobre Lucy.- Le dije mientras le esquivaba con la mirada.
Hace ya 3 meses que la hija menor del comisario Brad, la pequeña Lucy había sufrido un tremendo accidente que la había dejado en coma,
la niña, tenía 9 años, y era encantadora, de físico delgado, blanca como la leche, era pelirroja como su madre y muy pecosa, lo único
que había sacado de su padre, era su mirada, ese verde tan intenso y esos ojos tan expresivos.
Después de aquella reflexión personal en la que nos habíamos sumergido con el breve recordatorio, nos pusimos de acuerdo para continuar,
al fin y al cabo, dejé que Erick me acompañara. En el camino de vuelta, todo fue silencio, suspiros y miradas.
Cuando llegamos a mi portal, una proposición invadió mi cabeza, y mientras abría la puerta, salió de mi boca, como el que no quiere la cosa.
- Erick, ¿te apetece subir a tomar algo? - No sé porque, pero me ruboricé al decírselo.
De repente la expresión triste que cubría su cara, quizás debida a lo acontecido o a la despedida, se esfumó, y sin apenas pensárselo
dos veces, contestó animado - ¡Claro que sí!, pensaba que no lo ibas a decir.-
Acto seguido, los dos subimos las antiguas escaleras de mármol blanco que tanto me gustaban por su sencillo pero sofisticado diseño,
abrí la puerta de casa, y cuando me giré para ofrecerle entrar, me cogió de las manos y me besó.

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